Más Por Ellos es una asociación sin ánimo de lucro creada por jóvenes españoles con el fin de promover empresas sociales y un desarrollo sostenible en el barrio de Kibera (Kenia). Su objetivo es cubrir las necesidades básicas a través de una plataforma de interconexión entre padrinos y apadrinados, e inculcar un desarrollo fruto de la creación de empresas sociales. Una empresa social es aquella que tiene un alto impacto social.

lunes, 30 de septiembre de 2013

Cuando la experiencia supera las expectativas

Comienzo este articulo sentado en el aeropuerto de Kenia tras despedirme de Erick, que me ha acompañado hasta aquí. No paro de darle vueltas a qué responderé a la pregunta que me repetirán al llegar a España. "Qué tal en Kenia?", "Qué tal el proyecto?". Increíble, real… Es difícil explicar todo lo aprendido y experimentado estos días…


Los primeros días estuvimos centrados en buscar piso. Nuestro objetivo era encontrar uno con cuartos amplios para meter varias literas y poder así alojar a los voluntarios de larga estancia, aquellos que van a estar más involucrados en temas de microcréditos y empresas sociales. Para ello, el piso debía estar cerca de Kibera, dónde se van a concentrar nuestros esfuerzos para este desarrollo. 


Tras unos días paseando por los barrios de South B y Langata, dimos con el piso idóneo de una manera sorprendentemente rápida y fácil . La mudanza… la mudanza fue otra historia… En una sola pickup apilamos todas nuestras pertenencias y muebles de Erick que, sostenidas por cuerdas, formaban una columna de unos 3 metros de altura. Esto sólo lo puedes ver en África, menudos cracks!



Ya establecidos en nuestro piso, nos dispusimos por fin a cerrar el tema del terreno. Nos fuimos a una hora de Nairobi, cerca de un pequeño pueblo llamado Kangundo. Tierra roja, verde intenso, tal y como me imaginaba África… Un paisaje increíble. La idea era encontrar un sitio idílico para construir un orfanato y un colegio, un sitio donde los niños puedan crecer en un ambiente inmejorable y un sitio donde un colegio de secundaria haga una diferencia entre los niños de la zona. 

Antes de que yo llegara, Álvaro, Bea y Erick ya habían visitado bastante la zona así que esta vez íbamos un poco a tiro hecho, coger la piki-piki, ver un par de terrenos y listo. O por lo menos eso pensábamos, porque poco a poco llegaron las dificultades y nos dimos cuenta de que siempre pasaba algo con los terrenos. Nos enseñaban terrenos metidos entre valles, con unas condiciones increíbles pero al final resultaba que no estaban en venta, o no conseguíamos contactar con los dueños de los terrenos en venta. Nos enseñaban terrenos que no se ajustaban para nada a lo que estábamos buscando y encima nos los intentaban vender por 5 veces el precio. Este tema se convirtió en un absoluto quebradero de cabeza para nosotros. 

Tras unas semanas de problemas, entre todos decidimos que la mejor idea era que no estuviese ningún muzungu (hombre blanco) mientras veíamos los terrenos, así que Erick se quedó un fin de semana en Kangundo, donde vivía su novia Mónica. Era la única manera de zanjar el tema del terreno de una vez por todas, investigando por su cuenta. Poco después y casi al final de nuestra estancia ya teníamos terreno, uno que se ajusta a lo que teníamos en mente y sobre el que estamos en proceso de compra!! Llegamos a Kangundo con poca esperanza pero Erick es un GRANDE y cumplió con las expectativas. Es más, las superó. 

Fotografía de Andrea de Sancho
A pesar de los problemas que tuvimos con el terreno, no quisimos dejar de avanzar en otros aspectos . No todo es un camino de rosas y menos en África. Hay frustraciones muy grandes en este tipo de proyectos, diferencias culturales a las cuales hemos conseguido sobreponernos. Lo importante era no desesperarse y no quedarse parado.

Nos adentramos en Kibera varios días, dónde conocimos a muchos pequeños empresarios de la zona con diferentes negocios. Estos serán nuestros primeros contactos de microcréditos en el momento en que Coofund esté en funcionamiento. Visitamos varios orfanatos en zonas como Kibera o Mathare Valley. Conocimos a un arquitecto keniata, a un topógrafo y a nuestro nuevo abogado. 

Fotografía de Andrea de Sancho
En definitiva, hemos hecho esto y muchas cosas más. Tenemos mil pequeñas historias que os iremos contando y que nos hacían volver a casa cada día con una sonrisa, aunque cansados, deseando que no te tocase hacer la cena… porque las tortillas de patatas de Bea son insuperables!

En Enero vuelvo, y será increíble también ya que estaremos empezando a construir el orfanato. Me muero de ganas, pero no creo que olvide este primer contacto con África en mi vida donde "la experiencia ha superado las expectativas".

Álvaro Mesonero - Romanos

"Da lo que tienes para que merezcas recibir lo que pides." San Agustín 



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martes, 17 de septiembre de 2013

INTEGRA-E

Hace poco tuvimos la oportunidad de conocer a Jaime Moreno, el socio fundador de Integra-e, un ejemplo de empresa social creada en España que se va a abriendo camino en el sector de las nuevas tecnologías. 


Una empresa social se crea con la misión de mitigar una problemática social. En el caso de Integra-e, buscan mitigar la exclusión social de los jóvenes a través de las tecnologías de la información. Además, una empresa social actúa con la eficiencia empresarial, prioriza el beneficio social frente al económico y contribuye a mitigar un problema social de manera sostenible (exclusión y falta de oportunidades). 

Integra-e es una red de organizaciones y personas cuyo objetivo es generar oportunidades de integración socio-laboral a jóvenes en situación de vulnerabilidad y desempleo prolongado a través de las Tecnologías de la Información. Integra-e identifica a aquellos jóvenes que afrontaron importantes complicaciones personales en la vida, lo que les dificultó el despliegue de sus capacidades pero merecen una oportunidad para su desarrollo. Una vez seleccionados, entran en el itinerario de inclusión integral: Formación, Acceso al Empleo y Soporte al Emprendimiento. Estas tres etapas pretenden, no sólo aportar la capacitación técnica a estos jóvenes sino también crear en ellos un interés real por las nuevas tecnologías que les ayude a crecer como personas. 
Toda esta labor la realizan aprovechando los recursos ociosos como la cesión de uso de infraestructuras, la donación de equipos y los voluntarios. Les podéis seguir en Facebook también. 



Jaime nos dio muy buenos consejos para afrontar el reto de desarrollar nuestro programa de emprendimiento social en Kibera y unas pautas que, estamos seguros, nos ayudarán mucho. 

Os animamos a que conozcáis más sobre este proyecto que está ayudando a jóvenes, dándoles una segunda oportunidad y la opción de explotar sus grandes capacidades canalizadas a través de las tecnologías de la información. Estamos seguros de que, si probáis sus servicios, quedaréis enormemente satisfechos. 

Os dejamos un vídeo explicativo sobre cómo funciona Integra-e:
http://prezi.com/27louaqd2wdh/la-iniciativa-integra-e/


Desde aquí, queremos dar las gracias a Jaime por toda su ayuda. Esperamos poder colaborar con Integra-e dentro de poco tiempo!


"No pidas una carga ligera, sino una espalda fuerte. (Anónimo)."


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martes, 10 de septiembre de 2013

Harmony

Hace un año por estas fechas mi novia y yo estábamos volviendo de pasar un mes en un orfanato de Buea, Camerún, donde estuvimos un mes colaborando. En ese mes hicimos muchas cosas y conocimos a muchas personas, entre ellas, a Harmony. Ella era una niña de poco más de año y medio que formaba parte de los bebés del orfanato. Desde el primer momento nos llamó la atención que, con esa edad, apenas sabía andar o gatear. No tenía ningún problema físico, simplemente que cuando vives en un lugar en el que hay cinco adultos encargándose de cien niños, faltan las manos que nos ayudan a atrevernos a dar ese literal primer paso. Había unos trece bebés como ella. El sistema que se seguía cuando llegaba un nuevo huérfano bebé era asignarlo a otro huérfano de unos siete años que ya estuviese en el orfanato. Estos segundos niños eran quienes se encargaban de dar de comer a los bebés o de cambiar los trapos que hacían de pañales. Pero esos niños eran niños y los niños con siete años deben jugar y aprender, no hacer de padres. Nuestro trabajo ahí fue sobre todo ayudar a estos niños a cuidar de los bebés. Llegábamos y les alimentábamos, cambiábamos y les sacábamos de donde dormían para que no respirasen siempre el mismo aire sucio o que no estuviesen siempre tumbados sobre esas “cunas” que nunca, nunca dejaban de estar mojadas por sus propios pises. Con la pequeña Harmony nos centramos en especial. Ella comía siempre con una sonrisa en la boca y jamás dejaba de parecer feliz, le encantaba mirarnos, jugar con nuestros relojes y pulseras y tocar maravillada durante horas el pelo rubio de Elisa. Nos propusimos enseñarla a andar y poco a poco lo conseguimos de la única manera que se puede hacer, que es estando a su lado y dándole confianza. 

Ignacio y Elisa con varios bebés del orfanato
Preguntamos por su caso y nos contaron que, al contrario de la mayoría de los niños del orfanato, ella no había sido abandonada. Ella tuvo una madre y una hermana melliza que murieron en el parto. Morir en el parto es algo común en África. Murieron porque al dar a luz en una calle llena de barro y desechos fecales se cogen infecciones. Infecciones curables con antibióticos que todavía ahí no han llegado. 

Nuestro mes pasó y nos volvimos a España. Uno de los encargados del orfanato, Mr. Fritz, nos prometió escribirnos de vez en cuando para contarnos cómo iban las cosas. Su último mail llegó el veinte de agosto. En él, hacía un resumen de como iba todo y terminaba contando que Harmony les había dejado. Que a las doce de la mañana del diez de junio sin ninguna explicación había dejado de vivir. La razón era desconocida pero allí no hay autopsias que ayuden a aclararlo. Elisa y yo estábamos juntos cuando lo leímos y en ese momento se nos bloqueó el cuerpo. Todos sabemos que hay niños que mueren en África por las condiciones en las que viven pero pocas veces ese niño es una preciosa bebé llamada Harmony con las que has pasado un mes y a la que has enseñado a andar. En ese momento nos sentimos impotentes, te pones a pensar que el día diez de junio a las doce estábamos en la playa después de acabar exámenes, que podríamos haber vuelto nada más acabar exámenes, haberla llevado un hospital ese día y haberla salvado gastándonos diez euros en un médico y medicinas. Quizá no fuese eso, quizá naciese con sida y su cuerpo desde el principio estaba muriéndose desde dentro. Un día allí pregunté al encargado del orfanato que cuántos niños tenían sida. Nos dijo que no lo sabían, que la prueba para saberlo era muy cara. 

La pequeña Harmony

Te pones a pensar que tu ayudaste ese mes pero que luego te fuiste. Que volviste porque tenías tu vida aquí. Aquí, Elisa y yo (especialmente ella) ayudamos a niños que tienen problemas en Madrid, que sufren consecuencias injustas de las drogas, los abandonos y los abusos. Pero ninguno de estos niños morirán con dos años una mañana sin que nadie pueda dar una explicación. Los niños que mueren así están en otras partes del mundo, pero sobre todo en África. En Camerún, Mali, Ghana, Kenia, Etiopia o Sudán más de cinco millones de niños mueren al año de hambre, de sed y de enfermedades que aquí se curarían con unas pocas pastillas. 

Yo me fui, seguí con mi vida aquí. Pero hay gente que se fue, y que se quedó. Gente como Álvaro Pérez-Pla que marchó a Kenia y decidió seguir con su vida allí. Soñando entre otras cosas con la idea de abrir un orfanato y evitar que las injusticias como las de Harmony sucedan. 

Por todo esto quería escribir aquí. Quería poder transmitir lo más rápido posible la sensación que tengo de impotencia a la hora de no haber hecho nada para que Harmony siga en estos momentos viva. Para que todos aquellos que lean estas palabras se den cuenta de como fundaciones como Más Por Ellos y héroes como Álvaro cambian el mundo y salvan vidas. 


Ignacio Ruiz-Gallardón



"Lo difícil se hace, lo imposible se intenta."

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lunes, 2 de septiembre de 2013

Mama Mercy


Tuve la suerte de conocer a Mercy hace 4 años cuando vine por primera vez a Kenia. Había ido a Nairobi a recoger a mi hermana que venía a visitarme. Después de 3 meses en Makuyu, estaba algo perdido en el caos de la ciudad cuando, de pronto, apareció una mujer de unos 60 años de edad ofreciéndonos su ayuda. Resultó que también iba hacia Makuyu así que nos sentamos juntos durante el viaje. Una pregunta derivó en la siguiente y acabamos enterándonos de que ella tenía un proyecto que había empezado hacía muchos años, y nos invitó a conocerlo.

Nos contó que tenía a 300 niños en una casa de acogida. Hablaba de sus “hijos” como si fuesen unos ángeles caídos del cielo. Nos decía que no podía dejar a ningún niño en la calle y que tan solo dos días atrás había recogido a un bebé de dos semanas en una basura. Cada vez que hablaba te quedabas embobado con su forma de decir las cosas, el cariño que desprendía, lo gran persona que parecía ser, y la locura de todo lo que nos contaba.

Cuando volvimos a Nairobi, esta vez para dejar a mi hermana en el aeropuerto, no dudamos en ir a conocer el proyecto. Por aquel entonces, sólo había conocido varias ONGs de zonas rurales de Kenia, alguna en España, pero jamás me imaginé lo que podía llegar a ser un orfanato en un barrio slum de Nairobi. De hecho nunca había estado en un barrio slum.


Era domingo y llegamos a Mathare Valley a las 11 de la mañana. Traíamos una maleta llena de regalos para Mercy: compresas, pañales, juguetes, ropa… Cuando nos bajamos del matatu vimos que no había posibilidad alguna de arrastrar la maleta por el suelo, de hecho no podías ver el suelo por la cantidad de barro y mierda que había. Maleta a cuestas, bajamos por el slum hasta llegar a Good Samaritan Childrens Home.

Nos encontramos a Mercy nada más entrar y con uno de sus característicos abrazos nos hizo sentirnos como un hijo más. Dejamos la maleta en las oficinas y nos dimos una vuelta por el terreno para conocerlo. Mientras dábamos la vuelta nos acompañaban dos micos que se habían escaqueado de la misa que estaba dando el Padre Paul en lo que parecía ser un edificio a medio construir. Mercy nos contaba la historia de una de las niñas que nos acompañaba, al parecer la niña era maltratada por su padre, y Mercy no dudó ni un segundo en enseñarnos las marcas. Para cuando llegamos al cuarto de Mercy, estábamos a punto de caernos al suelo intentando encontrar una explicación de las injusticias que existen en el mundo.


Good Samaritan cuenta con cuatro cuartos para 300 niños, cuatro agujeros donde los niños hacen sus necesidades y se duchan, una zona donde hacer un fuego para cocinar, la oficina y el cuarto de Mercy. Al día siguiente nos volvimos a España con un sabor de boca muy distinto sobre las ONG de Kenia. Encontrarnos a dos bebés gordos que habrían muerto si no llega a ser por el trabajo de toda la gente de Good Samaritan nos dio la esperanza y la certeza de que nos habíamos encontrado con una ONG que realmente estaba haciendo una diferencia, que realmente estaba haciendo las cosas bien y que realmente estaba necesitada de ayuda.


Mi hermana y yo decidimos hacer una exposición benéfica en la Fundación Pons, que muy amablemente nos dejó su espacio durante una semana. Seguíamos en contacto con Mercy; nuestra idea era terminar de construir ese edificio a medio camino en el que se estaba oficiando la misa. Volví en verano para comprar los materiales con el dinero recaudado gracias a los ahora dueños de nuestras preciosas obras de arte. Nunca terminé de ver lo que se hacía con los materiales que compré pero ahora que he vuelto os cuento que da cobijo a los niños cuando llueve, les proporciona un sitio donde comer, tienen una cocina propiamente equipada... Mientras los más afortunados están en el colegio, ya que están apadrinados, una profesora voluntaria va a dar clase y entretener a los demás niños.

Una vez más, me vuelvo a ir de Nairobi con ganas de volver a ese pequeño escondite en Mathare Valley, dónde tanto disfrute hace unos años. Quiero volver a estar inmerso en el mundo de Mercy y ser un hijo más, y veo más que necesario compartir esta historia con todos vosotros.

Mercy es una mujer de unos 60 años de edad que ha dedicado más de la mitad de su vida a ayudar a niños huérfanos, abandonados o maltratados… Quedaros con su nombre: Mama Mercy. Esta mujer merece ser beatificada, reconocida por su gran trabajo, admirada… Esperamos colaborar durante mucho tiempo con ella, y darle a este proyecto el gran reconocimiento que se merece.

Thanks Mama Mercy!

Si tenéis un momento, podéis visitar su página web: http://www.africacircleofhope.org/

Álvaro 


"Con constancia y tenacidad se obtiene lo que se desea; la palabra imposible no tiene significado." Napoleón


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